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La literatura de cordel es un género popular hecho en verso y de origen tanto escrito como oral.[1] Recibe tal nombre por haber sido distribuida en los llamados ‘pliegos de cordel’,[2] cuadernillos impresos sin encuadernar y exhibidos para su venta en tendederos de cuerdas. Tuvieron su origen en la península ibérica, siendo exportados por las colonias de España y Portugal, y arraigando de forma especial en Brasil.[3] Narraban temas populares elementales, desde sucesos cotidianos a episodios históricos, legendarios o religiosos.[4]
Los ‘pliegos de cordel’,[5] hermanos de los romances y las coplas de ciegos,[6] están escritos con tópicas rimas romanceadas y en muchas ocasiones ilustrados con xilografías. Las estrofas más comunes son de dos, seis o diez versos, que eran recitados o cantados por los vendedores en las plazas de las ferias, de villa en villa. Acompañados en ocasiones de instrumentos como la zanfona, el violín, la vihuela o pequeños acordeones, sus representantes solían ser mendigos invidentes.[7] Su estudio ha sido desarrollado en España por antropólogos como Julio Caro Baroja y Joaquín Díaz González y por historiadores como Antonio Rodríguez-Moñino.[8] En cuanto a la extensión, Moñino propone «de una a treinta y dos planas», es decir, cuadernillos de ocho, dieciséis o treinta y dos páginas; por su parte, García de Enterría da de una a dieciséis hojas.[9]